domingo, junio 20, 2004

Somos tontos, no pesados

A mi compañero lo obligaban a subrayar con diferentes colores en el colegio (algo que yo ahora luego de 5 años de Derecho he terminado haciendo y que considero es una buena forma de ordenar lógicamente un texto). Todos se reían. Tenía malas notas, incluso algo de dislexia. Los niños pueden ser muy crueles, y él lo aprendió con su propia experiencia.
Él creía que yo era perfecta. Ordenada, organizada. "Ella logrará todo lo que desee" llegó a pensar.

Ayer, reí­a feliz al darse cuenta que soy desordenada, perdida en la vida en medio de algo que no me gusta. Reía al ver que él no estaba solo como le hicieron creer durante tantos años, reía al descubrir que uno puede conocer y reconocerse en las personas que menos imaginó.

-"Soy un desastre, Gonzalo"- le dije con los ojos enrojecidos y la copa en mi mano ya casi vacía.

Creo que también en esa risa, había algo de satisfacción. Algo de ver débil a quien tú creías fuerte. Una cosa media perversa, que nunca será revelada pero se siente. Y bueno, quien no quiere ver al que le sale todo bien dudando, para no sentirse tan mal con los propios errores y falencias... como dicen por ahí, mal de muchos, consuelo de tontos.

Y parece que todos lo somos.

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