Bye bye, sun...
Es esta hora del día la que más me cuesta.
Desde antes de pasar a los dos dígitos, cuando el sol se escondía una tristeza embargaba mi alma, un deseo de llanto incontrolable se apoderaba de mi ser y me escondía en el baño a llorar. A derramar líquido de soledad.
Nunca compredí porqué el fenómeno se producía, y por supuesto nunca lo comenté. Así ha sido mi vida, llena de tristezas inexplicables sin compartir, fantasmas sin ojos que abruman el paseo tranquilo de la vista por el horizonte, en el segundo en que la luz solar y la serotonina, me dejan.
Maldito ritmo circadiano.
Desde antes de pasar a los dos dígitos, cuando el sol se escondía una tristeza embargaba mi alma, un deseo de llanto incontrolable se apoderaba de mi ser y me escondía en el baño a llorar. A derramar líquido de soledad.
Nunca compredí porqué el fenómeno se producía, y por supuesto nunca lo comenté. Así ha sido mi vida, llena de tristezas inexplicables sin compartir, fantasmas sin ojos que abruman el paseo tranquilo de la vista por el horizonte, en el segundo en que la luz solar y la serotonina, me dejan.
Maldito ritmo circadiano.
Etiquetas: infancia, melancolía, sol
3 Comentarios:
Valorar las propias lágrimas como un pequeño mar...
Dicen que deberÃas volver a escribirnos alguna cosita... aunque sea algo chiquito: una hojita de eucaliptus, una piedrita rescatada de un arroyo, un pedacito de espejo donde se refleje una estrellita de esas que los astrónomos aún no han bautizado con tu nombre...
¿Por qué nunca más un solcito que te devore el alma?
¿Por qué te fuiste de esta caverna, si todos nos veÃamos igual de fantasmagóricos y distorsionados?
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal