Mi piel siente que la primavera ya se acerca. De a poco mis ojos se acostumbran a la luminiosidad pronuncianda de un acercamiento al sol incipiente.
Amanece más temprano y mi reloj de invierno ya no funciona (un árbol que veo desde mi ventana y que en la época invernal son las cinco de la tarde cuando el sol está entre dos ramas específicas).
El sábado fue una lucha de titanes. Frío, sol, tibieza, lluvia, relámpagos y truenos. Ponga en una batidora ambas estaciones y tendrá el día aquel.
Este año intenté disfrutar el invierno. Algo difícil para mi que vivo básicamente de agua y luz. Un vegetal. Me gusta el ritmo de los vegetales. Pausados, imperceptibles a nuestra rapidez. Parte de mí se reconoce en esa lentitud.
Y bueno, creo que al menos logré sobrellevarlo. Que ya es bastante.
Pero ahora que percibo el cambio... las flores me salen a borbotones por las orejas...
¡Pop, pop, pop, pop, pop, pop, pop!

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11 de septiembre.
32 años.
Ya po, move on and let's try to change this shit.