El otro día me topé en un diario con una carta de un "abogado" en respuesta a un "egresado de derecho" referente al tema del matrimonio homosexual. Lo que me molestó de esa carta no era solamente lo básico de la argumentación, sino el tonito de "y ud, no recuerda en sus clases de derecho nosécual el principio tanto... el aforismo y la gueá..." ... demasiado básico.
A ver.
El derecho es una creación
humana con el objeto de regular relaciones que, debido a la complejización de las mismas, hace muy difícil su definición por los particulares. No es más que eso. No hay principios que vengan fuera de ese ámbito netamente práctico.
Así, la ley no viene de un estadio previo, ni menos determina dichas relaciones: al contrario, es el derecho el que debe responder a una necesidad, a una realidad, y no suplantarla mediante imposiciones deseadas.
Es por ello que no porque el Código Civil defina el matrimonio como un contrato entre un hombre y una mujer, significa que es la conducta la que debe ser modificada para ajustarse a la ley, porque "así debe ser", sino por el contrario, es ésta la que debe modificarse con el fin de que en una sociedad tenga cabida la regulación objetiva de situaciones que de hecho se dan.
El Derecho no debería ser un medio para imponer una determinada estructura moral cuando hablamos de ámbitos que no tocan los derechos ajenos, sino que debería resguardar y respetar el espacio de intimidad en que cada persona pueda resolver de qué forma se relaciona, mientras no se dañe a terceros.
Y yo creo que las relaciones amorosas entre adultos tienen esa característica.
Estaría bueno que de una vez por todas los habitantes de este país ultra conservador dejen de sentirse culpables por las acciones ajenas, y comiencen a hacer algo por exclusivamente encauzar las propias dentro de el marco personal de definiciones valóricas.
Punto.
Etiquetas: derecho, homosexualidad, moral