domingo, julio 25, 2004

La tristeza es curable, señor.

(The Dresden Dolls)


La tristeza es un sentimiento extraño (como todos en realidad). Muta cual animal informe. A veces se une a la rabia, o a la impotencia y la derrota... o aparece entremezclado con afecto... un afecto entristecido y frustrado. Desamor vital. Finalmente la capacidad de sentir se atrofia. Se hace insoportable. La tristeza. Cuando las lágrimas dejan de ser suficientes... estamos en un punto crítico, señor. Su estado es delicado, de complejidad, hmm, le aconsejo que anule el reposo y se de una vuelta por la ciudad, fijándose en cada detalle que pueda acentuar, ejem, ese sentir que ud, tiene, y luego vaya a su casa y se suicide. Así mismo, como lo oye. Personas como ud, impiden que nuestro país surga del subdesarrollo, señor. Lo siento, me tienen prohibido dar medicamentos con la estrellita verde. No señor, no puedo hacer una excepción. Hágame caso, vaya y mátese: todos estaremos más tranquilos. Su familia lo olvidará y usted al final quitará la raíz de su sentir ejem, amargo. Ud mismo.

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jueves, julio 22, 2004

Madnerasmo


"Sé muy bien lo que dice de mí la gente, pues no se me oculta la mala fama que tengo, aun entre los más necios. Pero yo soy la única, sí, la única que, cuando quiero, hago reír a los dioses y a los hombres. Y prueba de evidente de ello es que tan pronto como he comenzado a hablar ante esta numerosa audiencia vuestros rostros se han iluminado con nueva y no acostumbrada alegría. Habéis desarrugado el ceño, acompañando vuestros aplausos con una risa franca y amable (...) apenas me habéis visto aparecer, se os ha dibujado un nuevo semblante. Algo así como cuando un nuevo sol muestra su rostro resplandeciente a la tierra; o como cuando la primavera, empujada por un blando céfiro, renueva la faz de las cosas, les da un color distinto y les devuelve su juventud.

Mi sola presencia ha logrado ya lo que apenas consiguen los grandes oradores con sus largos y cuidados discursos, esto es, disipar las pesadas molestias del espíritu (...) como veis, soy aquella manirrota distribuidora de bienes llamada Stultitia, en latín, y Moria, en griego1 (...)¿quién mejor capacitada que yo para definirme? (...) a no ser que alguien diga que me conoce mejor que yo misma (...) en fin, yo para mí, acepto aquel conocido refrán: bien se alaba, quien no encuentre otro que lo haga (...) a mí siempre me ha gustado decir lo que se me viene a la boca (...) todo el mundo sabe que la edad más feliz y, con mucho, la más alegre, es la infancia. ¿Qué hay en los niños que nos empuja a besarlos, abrazarlos y acariciarlos (...) ¡y qué decir de la juventud que sigue a la infancia! ¡Qué risueña es para todos! ¿De donde viene ese encanto sino de mi? (...) cuando más se distancian de mí, menos viven, hasta dar con la molesta vejez, tan mal vista para sí misma como para los demás (...) así yo, cuando veo a alguien cercano al sepulcro, lo devuelvo en cuanto me es posible a la infancia. De ahílo acertado de la expresión popular que llama a la vejez segunda infancia (...) añádase a esto el no despreciable testimonio del refrán popular: sólo la estulticia es la única que detiene el paso fugaz de la juventud e impide el avance molesto de la vejez. Pues, ¿no se parece un poco a la estulticia, la convivencia, el disimulo, la alucinación y debilidad, esa especie de admiración y cariño por alguno de los defectos de los amigos como si fueran virtudes? ¿Qué es sino estulticia ese beso en el lunar de la amiga, o el deleitarse en la verruga nasal de su corderita? ¿O cómo calificar ese estrabismo del padre que ve a su hijo levemente tuerto? Dígase dos y tres veces que es pura necedad y, no obstante, reconozcamos que es la única que une y mantiene unidos a los amigos (...) os diré, resumiendo, que sin mí no existiría ningún tipo de sociedad ni relación humana agradable y sólida. Sin mí, el pueblo no aguantaría por mucho tiempo a su príncipe, ni el amo al criado, la criada a la señora, el maestro al discípulo, el amigo al amigo, la mujer al marido, el casero al inquilino (...) ciertamente no podrían aguantarse si no se engañaran mutuamente, adulándose unas veces, condescendiendo otras, y finalmente, untándose con la miel de la estulticia"


Erasmo de Rotterdam en ¨Elogio de la locura¨ (Siglo XVI)

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miércoles, julio 21, 2004

Leonard Cohen

An Eskimo showed me a movie
He'd recently taken of you
The poor man could hardly stop shivering,
His lips and his fingers were blue
I suppose that he froze when the wind took your clothes
And I guess he just never got warm
But you stand there so nice in your blizzard of ice
O please let me come into the storm.

 
(One of us cannot be wrong)
 
 
 

I'm not looking for another as I wander in my time,
walk me to the corner, our steps will always rhyme
you know my love goes with you as your love stays with me,
it's just the way it changes, like the shoreline and the sea,
but let's not talk of love or chains and things we can't untie,
your eyes are soft with sorrow,
Hey, that's no way to say goodbye.
 
(Hey, that's no way to say Goodbye)

Masoquismo

Qué fue... no sé.
¿El clorazepato de potasio? no.
¿La tristeza profunda incomprensible? puede ser.
¿Un examen importante al que no puedo responder como debería? tal vez.
Anoche nuevamente me corté. Y más profundo. Sentir la hoja entrar en tu piel... el dolor, la sangre que fluye, la piel abierta. Como si a través de aquel ojal cual caja de pandora toda la tristeza saliera al mundo. Luego vienen dos pensamientos:
1. La estupidez que estoy haciendo. Racionalmente no tiene sentiendo, sólo logro una cicatriz más. La pena sigue ahí. El sentimiento es interno. Y ya estoy viejita para los rollos de llamar la atención, supuesta explicación psicológica para este fenómeno de los cortes autoinflingidos.
2. Qué fácil sería llegar más profundo. Qué fácil es acabar con la vida.
Luego de un para de horas de esquizofrenia en que lloro, me lavo la cara, estudio una página (Derecho Sucesorio, bastante aburrido), repitiendo el ciclo cada 5 minutos aproximadamente,
y luego de que el vértigo del suicidio se aproximara a mi mente, y de que la ridiculez del sentimiento se patentara ante los hechos que lo generan... preferí apagar la luz, e irme a dormir. Llorando. Con un brazo sangrando, sangrando. Llorando por tres lados. En transparencias y rojos.

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viernes, julio 09, 2004

Odiando los objetos útiles.

La respiración agitada mientras el pelo húmedo se mete en su boca, le hace sentir que en ese segundo más que nunca necesita de una buena cogida.
Está recostada, a medio vestir, con los pelos de gato que le dificultan aún más el ingreso de oxígeno. Sus manos se aferran al cubrecama, lo estrujan, como si mediante ese acto de deseo reprimido algo se liberara. Con su boca a medio abrir, roza la tela queriendo buscar unos labios, poros, piel.
Así, tendida, medio desnuda, sobre su cama. De día.
Esa cama maldita, esa cama que sólo enrostra la soledad, la necesidad de un otro, de algo que desde fuera permita olvidar que los días de placer a solas acabaron. Esa cama, con pelos de gato, que no se mueve, no respira, no habla, es nada, un objeto, inútil pero necesario, se ríe de ti, porque la necesitas, sin ella es difícil, tus manos no bastan, la odias, por ti la lanzarías por la ventana, que se vaya, es mejor dormir en el suelo, maldita cama, deja de reír, estoy sola, no me gusta, es culpa de la cama, al menos abrázame, tócame, esa madera fría no tocaría ni un árbol, es tu culpa.
De a poco suelta la presión que sus dedos ejercían al tomar la tela... ya es tarde. Hay que ordenar todo porque pronto es hora de dormir.

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miércoles, julio 07, 2004

Estrellas verdes

Hay características de la personalidad que hoy me hacen falta. Tener confianza en mí, tener fuerza de voluntad, creer que puedo hacer las cosas. Intento de todos los medios posibles inventarme una nueva forma de ser. Pero hay! no veo más que derrota y frustración.
Sentirse estúpido es lo peor que hay. Es diferente a ser estúpido. El que lo es, puede ni saberlo y andar feliz por la vida. Puede que a sus espaldas, o incluso en su propia cara alguna vez le hayan dicho: "¡estúpido!". Pero, sin mayor importancia es recibido como cualquier improperio, no fue más ni menos importante que un "¡huevón!" o un "¡concha e' tu mare'".
Cuando te sientes estúpido, y observas entristecido las limitaciones de tu C.I., en momentos en que es requerido de forma urgente, la desesperación no tarda en aparecer. Y por tanto el sentimiento de descontrol es inminente. Porque, de verdad, si no fuera porque requiero de determinadas habilidades con urgencia, no me importaría sentirme así. Creo.

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