Ando triste, pero mi padre es un héroe

Esta semana partió pésimo. La verdad es que hace tiempo ya que venía con muchas presiones, pero los rechazos son fuertes. Y yo soy gila. Pero está bien que me pasen estas cosas, porque o me hundo o me fortalezco. O ambas. Y en eso estoy, saliendo de un hoyo para brillar.
Actualmente lo único que hago y me provoca felicidad es ir al gimnasio. Ninguna de mis actividades diarias son placenteras, y llevo bastante tiempo así, funcionando por el deber ser. Me siento tonta retonta, porque cambiar eso depende absolutamente de mí, y me cuesta. Pero lo estoy intentando y confío en que finalmente lo lograré. Despertar sabiendo que tus actividades te motivan, que son lo que quieres hacer.
Estudiar Derecho fue duro para mí. Lo pasé mal, me frustró intelectualmente. Tuve pocos amigos, en general la gente me aburría. En ese sentido soy una nerd tardía. Pero hay cosas buenas que también ocurrieron, las pocas pero valiosas personas que conocí; ser alumna de los profesores Antonio Bascuñán Rodríguez y Aldo Mascareño (sociólogo) fueron orgasmos mentales, ver el movimiento político y comprenderlo (huele bastante mal); entrar de lleno en la diversidad del mundo, luego de salir de mi burbujil colegio y tal vez el momento más horrible de esos años, el examen de grado, también fue un aporte.
Pronto termina la práctica y comienza algo nuevo, estoy asustada, mucho, pero la vida es así, difícil, y se pone peor. Me cuesta bastante, me siento inepta, me faltan herramientas para confiar en mí y tirarme un piscinazo. No sé cómo se confía en sí mismo, cómo uno se quiere. Reconstruyo mi autoestima y me cuesta, pero creo que al fondo siento una tibieza que me llama, debo desmalezar y dejarla fluir.
En fin, esta semana fue el cumpleaños de mi padre. Él es médico ginecobstetra por lo que el tema del aborto siempre lo discutimos, me gusta conversar con él de ese y otros temas valóricos, porque a pesar de tener posturas un tanto más conservadoras que las mías, busca argumentos, se puede intercambiar ideas. Me gusta también tener acceso directo al dilema moral (y legal) de ellos al momento de enfrentarse a un posible aborto terapéutico, es bastante fuerte. El día de su cumple nos hablaba (a mis hermanos y a mí) de sus casos complicados, cómo los resolvió... y los tres, como siempre debimos haber estado, en silencio escuchando con un brillo en los ojos. Más vale tarde que nunca.
Creo que eso compensó todo mal momento de la semana.
Etiquetas: autoestima, derecho, padre