Podrática
Se escucha: Decemberists - We both go down together
Cuando me dirigía a mi casa en la micro, nos encontramos con una parafernalia más o menos en media Alameda, bomberos, pacos, muchos mirones, colchón inflado, todo con cuática: nuevamente personas sobre la estructura para señaléticas, no una, no dos, como 8.
Gente desesperada, que sólo quieren una solución. No sé a qué, al menos la vez pasada se refería a vivienda.
Todo es plata, eso me carga.
Claro, es el sistema, no hay otro, para lo que sea requieres de dinero, pero es terrible. Sobre todo si consideramos que hay mucho en manos de unos pocos, que obvio, quieren más y no perder ni pan ni pedazo, y otros que luchan por tener una casa, sin el temor al remate.
Hoy escuché en la radio sobre un reportaje no sé en que medio donde se decía que comprar en un supermercado de Maipú, o en un alamcén de barrio, es más caro que un supermercado de La Dehesa.
Qué onda.
Y ahora me acuerdo de mis compañeros de la U que en medio de una toma, me decían que qué hacía yo ahí si no tenía problemas. Que si acaso iba a pasarlo bien un rato, un recreíto. Me daba mucha rabia, porque en ese momento de verdad pensaba que algo se podría hacer a través de la acción política. Claro, esa fue mi primera y última incursión en esos ámbitos, luego de ver cómo es ese mundo. Feo. Interesado. No le creas a nadie. Y ya no queda en quién confiar, cuando el sistema democrático se basa en eso.
Es el poder.
En una entrevista para Paula, Nicolás López, (que aprosópito me gusta mucho), decía "el poder es afrodisíaco".
Cuando me dirigía a mi casa en la micro, nos encontramos con una parafernalia más o menos en media Alameda, bomberos, pacos, muchos mirones, colchón inflado, todo con cuática: nuevamente personas sobre la estructura para señaléticas, no una, no dos, como 8.
Gente desesperada, que sólo quieren una solución. No sé a qué, al menos la vez pasada se refería a vivienda.
Todo es plata, eso me carga.
Claro, es el sistema, no hay otro, para lo que sea requieres de dinero, pero es terrible. Sobre todo si consideramos que hay mucho en manos de unos pocos, que obvio, quieren más y no perder ni pan ni pedazo, y otros que luchan por tener una casa, sin el temor al remate.
Hoy escuché en la radio sobre un reportaje no sé en que medio donde se decía que comprar en un supermercado de Maipú, o en un alamcén de barrio, es más caro que un supermercado de La Dehesa.
Qué onda.
Y ahora me acuerdo de mis compañeros de la U que en medio de una toma, me decían que qué hacía yo ahí si no tenía problemas. Que si acaso iba a pasarlo bien un rato, un recreíto. Me daba mucha rabia, porque en ese momento de verdad pensaba que algo se podría hacer a través de la acción política. Claro, esa fue mi primera y última incursión en esos ámbitos, luego de ver cómo es ese mundo. Feo. Interesado. No le creas a nadie. Y ya no queda en quién confiar, cuando el sistema democrático se basa en eso.
Es el poder.
En una entrevista para Paula, Nicolás López, (que aprosópito me gusta mucho), decía "el poder es afrodisíaco".
Etiquetas: desigualdad, poder