domingo, julio 25, 2004

La tristeza es curable, señor.

(The Dresden Dolls)


La tristeza es un sentimiento extraño (como todos en realidad). Muta cual animal informe. A veces se une a la rabia, o a la impotencia y la derrota... o aparece entremezclado con afecto... un afecto entristecido y frustrado. Desamor vital. Finalmente la capacidad de sentir se atrofia. Se hace insoportable. La tristeza. Cuando las lágrimas dejan de ser suficientes... estamos en un punto crítico, señor. Su estado es delicado, de complejidad, hmm, le aconsejo que anule el reposo y se de una vuelta por la ciudad, fijándose en cada detalle que pueda acentuar, ejem, ese sentir que ud, tiene, y luego vaya a su casa y se suicide. Así mismo, como lo oye. Personas como ud, impiden que nuestro país surga del subdesarrollo, señor. Lo siento, me tienen prohibido dar medicamentos con la estrellita verde. No señor, no puedo hacer una excepción. Hágame caso, vaya y mátese: todos estaremos más tranquilos. Su familia lo olvidará y usted al final quitará la raíz de su sentir ejem, amargo. Ud mismo.

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miércoles, julio 21, 2004

Masoquismo

Qué fue... no sé.
¿El clorazepato de potasio? no.
¿La tristeza profunda incomprensible? puede ser.
¿Un examen importante al que no puedo responder como debería? tal vez.
Anoche nuevamente me corté. Y más profundo. Sentir la hoja entrar en tu piel... el dolor, la sangre que fluye, la piel abierta. Como si a través de aquel ojal cual caja de pandora toda la tristeza saliera al mundo. Luego vienen dos pensamientos:
1. La estupidez que estoy haciendo. Racionalmente no tiene sentiendo, sólo logro una cicatriz más. La pena sigue ahí. El sentimiento es interno. Y ya estoy viejita para los rollos de llamar la atención, supuesta explicación psicológica para este fenómeno de los cortes autoinflingidos.
2. Qué fácil sería llegar más profundo. Qué fácil es acabar con la vida.
Luego de un para de horas de esquizofrenia en que lloro, me lavo la cara, estudio una página (Derecho Sucesorio, bastante aburrido), repitiendo el ciclo cada 5 minutos aproximadamente,
y luego de que el vértigo del suicidio se aproximara a mi mente, y de que la ridiculez del sentimiento se patentara ante los hechos que lo generan... preferí apagar la luz, e irme a dormir. Llorando. Con un brazo sangrando, sangrando. Llorando por tres lados. En transparencias y rojos.

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